Fundada en 1084 por San Bruno, la orden de los Cartujos es una de las más antiguas órdenes monásticas del mundo. Los licores fabricados por los padres Cartujos no contienen aditivos ni químicos. Sus intensos colores provienen de las plantas que los componen. Tras su maceración en un alcohol seleccionado, las 130 plantas enumeradas en la receta son seguidamente destiladas. A los alcoholatos así producidos se les añade miel y jarabe de azúcar para obtener un licor verde o amarillo, que deben envejecer largamente en barricas de roble antes de ser comercializado.